lunes, 8 de abril de 2013

Caminito de la Escuela*

*Por Melina Ortega.

Hablar de la educación, en sentido estricto, obedecería a la formación que se recibe propiamente en la escuela. Cada día, millones de niños en el mundo emprenden caminito a la escuela para recibir enseñanza. Algunos cubren largas distancias a pie o en autobús, barca, bicicleta, taxi, trineo o en el metro. 

Aquí, en la Delegación de Ojos Negros, Baja California; hay casos de niños que caminan descalzos en pleno invierno para acudir a la escuela, algunas veces con la barriga de farol, pero siempre con el deseo de aprender algo nuevo.




Si bien la educación recibida en la escuela no sustituye de ningún modo a la educación en valores recibida en la familia, existe suficiente evidencia empírica demostrando que la escuela constituye una organización social importante para poder formar a los futuros ciudadanos de cualquier lugar, sociedad y cultura (Denegri, 1998).

Acudir a la escuela representa la oportunidad única para que los niños puedan ser instruidos no solo en las ciencias básicas y humanas que tradicionalmente forman parte del nivel mínimo de conocimientos que nos sirven para saber, los descubrimientos hechos por el hombre y la historia de la humanidad así como la de nuestro país; sino que es, un proceso de transformación de los pequeños seres humanos, en personas capaces de convivir en el grupo social donde se encuentran inmersos. Ya desde tiempos ancestrales, cada etnia y cada pueblo tenían su propia escuela, centros de transmisión del conocimiento; que en algunos casos solo estaban permitidos para clases sociales privilegiadas.

México ha pasado por un largo y doloroso proceso de cambio en lo que a educación se refiere: desde tiempos de la conquista, pasando por épocas porfirianas y las guerras cristeras, podemos ver que la educación para todos los niños y sobretodo, gratuita; constituye uno de nuestros más preciosos logros como sociedad; pero considerando el hecho de que aún no existen suficientes docentes que instruyen este conocimiento básico en lenguas y dialectos indígenas; aún falta camino que recorrer para lograr por ejemplo, una tasa de alfabetización del 100%.

Al cumplir 5 años de edad, un niño en México debería de estar acudiendo al tercer nivel del preescolar; incorporarse a la primaria al tener 6 años cumplidos, pero datos censales indican que 3.6% de la población infantil de 8 a 14 años, no sabe leer ni escribir, 29.6% de los cuales no asiste a la escuela por lo que resulta probable que no adquieran esta habilidad o la adquieran tardíamente, si se incorporan nuevamente al estudio.

En Baja California, el 5.5% de la población de 5 a 14 años del 2010, no asistía a la escuela; 2.2% de la población infantil de 8 a 14 años, no sabía leer ni escribir, 32.1% de los cuales ni siquiera iba a la escuela.

No recibir la educación elemental para adquirir la habilidad de la lectoescritura atenta contra un derecho universal y los efectos devastadores para quien lo padece, “hacen que las personas presenten baja autoestima, escasa autonomía y poca reflexión crítica; ser ‘víctimas de engaños’ y presentar limitaciones para conocer y acceder a sus derechos individuales que por ley tienen, así como para participar en la consecución de los derechos colectivos, esenciales para la dignidad del ser humano”.

El derecho de los niños de acudir a la escuela en lugar de estar trabajando; debería ser tomado como una obligación por toda la sociedad para expandir programas destinados únicamente a ello: becar a los que no pueden estudiar por estar trabajando para sobrevivir, es una de las obligaciones que permea en el gobierno de cualquier país.

Jhones (1995) sostiene que la educación aumenta la productividad marginal de los individuos, Blaug (1996), dice que la educación es una herramienta que permite a las empresas identificar a los trabajadores más productivos; podemos inferir entonces que la educación no solo conviene a cada individuo sino que se traduce en un bienestar general, multiplicando los efectos para todos.

Si la pirámide poblacional se sigue invirtiendo, tendremos menos niños en cada generación; ¿no deberíamos estar trabajando para lograr que todos ellos tengan instrucción suficiente para vivir dignamente y sacar el país adelante? Para Gabriela Mistral, el futuro de los niños es hoy, mañana será demasiado tarde.


eclecticahoy@gmail.com

Las imágenes que se adjuntan en esta columna, fueron tomadas de kurioso.es**, mostrando niños alrededor del mundo en diferentes condiciones adversas para poder ir a la escuela:













¿Quiere ver un excelente reportaje sobre las condiciones que millones de niños alrededor del mundo deben afrontan diariamente para poder acudir a la escuela?, aquí el enlace: "Papá, Hoy no me apetece ir al Colegio"



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