Por Melina Ortega.
El día de ayer dejó de latir el corazón de una guerrera. Mariana
tenía 27 años cuando se le diagnosticó cáncer de mama, y a pesar de que mantuvo
un tratamiento para ello, tuvo una cirugía y aparentemente logró sobrevivir al
cáncer, a sus casi 29 años de edad, fue víctima de un infarto masivo.
No tuve el gusto de conocer a Mariana, y aunque sí fui
invitada por las redes sociales a participar en la caminata contra el cáncer de
mama que ella organizó en el mes de octubre, mis hijos se enfermaron y no tenía
quien pudiera cuidarlos, de manera que no pude asistir; me quedé con las ganas
de estrechar la mano de esta mujer que nos enseñó una gran lección a todos los
que tuvimos algún acercamiento con su campaña “Tócate o Te Toca” sobre el
cáncer de seno.
Hoy me arrepiento en el alma. Pero mi arrepentimiento va
mucho más allá de no haber ido a caminar junto a esta guerrera, sino en la falta de interés
de mi parte hacia su enorme labor humanitaria y el hecho de haber podido manifestar
algún tipo de apoyo en sus eventos, acudiendo a ellos, para que ella viera que
en realidad, su mensaje sí había llegado a mi persona.
No voy a hablar sobre las estadísticas mundiales sobre el
cáncer. Ya existen muchos artículos que lo hacen. Esta reflexión va de manera
personal para quien lea esto, sobre las lecciones de vida que dejan quienes han
padecido esta dolorosa enfermedad.
Mariana se volvió personaje público cuando se armó de valor
y decidió que su condición no la volvería un número más. Luego de llorar y como
ella misma dijo en una entrevista “empacar sus sueños y su vida” en una maleta,
dejando a atrás todo lo que un día soñó que haría con ella; regresó a su hogar
para iniciar su batalla contra el cáncer. Tuvo el apoyo de su familia y en sus
propias reflexiones, mencionó que no imaginaba la vida sin ellos, al mismo
tiempo que no concebía la vida de su familia sin ella.
Le dolía pensar en el dolor que le causaría a sus padres y a
sus hermanos. Su fuerza surgió desde adentro de su corazón, decidida a pelear
con un propósito: que su caso no le sucediera a otra persona. Inició su
proyecto y trabajó con ahínco mientras recibía tratamiento, y sobrellevaba los
dolores propios de su padecimiento.
En su cuenta pública de Facebook, Mariana llevó una especie
de diario en el cuál escribía sus pensamientos, sus sentimientos, sus sueños y
sus deseos. También hay uno que otro mensaje en el que deja ver su dolor físico
y emocional. Pero la cuenta de Facebook de Mariana no solo es una crónica de la
realización de su sueño por dejar algo detrás de ella que beneficiara a los
demás, es una conversación con la humanidad sobre lo positivo que tenemos que
ser ante la vida, aun cuando se tengan circunstancias adversas que
aparentemente marquen nuestro destino o amenacen nuestro futuro, al sentir que
tenemos los días contados en este mundo.
Mariana fue uno de millones de personas que luchan una
batalla contra un enemigo casi invisible; pero el caso de ella es diferente,
como muchos otros excepcionales, en los que quienes pasan por esto, toman la
decisión de convertir su dolor en ejemplo de vida: me atrevo a decir, que en
sus propias declaraciones “a mi no me gusta lo que estoy pasando, pero estoy
muy agradecida de estarlo viviendo” deja ver que dentro de su dolor, siguió
encontrando la alegría y las ganas de vivir, no se dio por vencida y enfocó
toda su energía hacia un objetivo positivo, logrando cumplir su sueño de
iniciar una campaña contra el cáncer de mama y dar nacimiento a una fundación
en pro de la prevención.
“Que linda noche tuve anoche, que maravilloso es despertar
hoy”, dijo en una entrevista con su voz, quebrada por el llanto y la emoción de
poder expresar una esperanza para vivir; la intención de motivarnos y
demostrarnos que existir es mucho más que tener cosas materiales; que en
nuestra vida diaria olvidamos que venimos a vivir, a sentir amor, alegría y
compasión, a tener esperanza en un mañana que quienes gozan de salud dan por
hecho que van a tener; cuando en realidad, el tiempo es lo único que no tenemos
seguro.
De Mariana y de muchas otras personas que me ha tocado
conocer de algún modo en mi vida que han tenido algún tipo de cáncer: una vecina, una maestra de mi
facultad, el padre de un amigo, el hijo de un compañero, de todos aquellos
quienes se encuentran luchando por sobrevivir con esta terrible enfermedad; de
todos ellos podemos aprender una cosa: que nadie tiene asegurada la existencia,
que la vida es demasiado corta para amar y demasiado larga para sufrir; que
nuestro paso por este mundo no tiene por qué dejar de ser maravilloso, que aun teniendo
el tiempo contado y contra todas las posibilidades, se puede dejar algo que
transforme nuestros corazón, que beneficie a todas las personas.
Mariana se fue demasiado joven; demasiado hermosa, demasiado
pronto; no se casó ni tuvo hijos, la realización de su vida la hizo a través de
la fundación que creó con todo el amor del mundo, como la madre más amorosa que
da a luz a un ser nuevo, lleno de vida, de esperanza y con todo el futuro por
delante. El legado de Mariana vivirá por siempre en la memoria de esta su
ciudad natal, y en el corazón de quienes fuimos tocados por su misión en este
mundo.
Cuando muere alguien que deja un ejemplo de vida tras de sí,
es inevitable cuestionarnos sobre por qué Dios permite que la gente excepcional
se vaya, sobretodo cuando se trata de bebés, niños y jóvenes que dejan la
sensación de que tenían toda una vida por delante. Yo no pretendo dar una
respuesta a esta interrogante, no me considero sabia ni mucho menos intento
ponerme en el lugar de nuestro Señor, pero he llegado a creer, que las vidas de
estas personas, tienen su función en el mundo tocando la existencia de todos
los que conocieron y quienes lleguen a conocer su obra después de su partida.
No estoy afirmando que hayan nacido para morir de una manera
u otra, o que hayan nacido para padecer un viacrucis lleno de dolor y
sufrimiento; me refiero al hecho de que, más allá de la Fé en que esta vida
solo es un paso hacia otra en la que no existirá mas dolor, los hechos y las
acciones de cada persona hablan por sí mismos, son ejemplos de bondad, de fortaleza
interna, de alegría y amor por la vida, amor por los demás, de esperanza y de convicciones.
Todos vamos a dejar esta vida en algún momento, tenemos la certeza de que nuestros días
están contados; sin embargo, nadie que no pase por una experiencia como el
cáncer, un accidente o la pérdida de un ser amado, piensa en ello con todo el
peso de la realidad. La cuestión entonces, es que no deberíamos de temer a la
muerte, sino al hecho de morir antes de empezar a existir.
Vivir no es lo mismo que existir. La vida natural se acaba cuando
uno muere, pero la existencia queda a perpetuidad con el legado que dejamos aún
al morir, muchos dejaremos el legado en nuestros seres amados por que nos aman y llorarán por nuestra partida, pero otros más, como Mariana, dejarán un legado en mucha gente a la que no conocieron, porque la existencia está basada en las acciones que hacemos para
mejorar no solo nuestra propia vida, sino la vida de alguien más; y cuantas más
vidas se toquen en un sentido de amor y positivo, mayor es el impacto que nuestra
existencia causa en la humanidad y en el mundo que habitamos.
Mariana tocó muchísimas vidas, incluyendo la mía (a pesar de
no haberla conocido), y su existencia me llena de fortaleza para vivir
existiendo lo que me quede de vida, recordándome que entre las crisis
financieras, los desastres naturales y la pobreza, y toda la miseria causada
por la misma humanidad, aun con toda la adversidad que se pueda tener, siempre está
la oportunidad de convertirse en un factor de cambio positivo en nuestra
comunidad, que nuestro testimonio sea de amor por los demás.
Así, en lo que probablemente fueron los días más difíciles
de su vida, Mariana se llenó de valor y de fortaleza para tratar de cambiar su
mundo, el mismo mundo que todos compartimos y que a veces parece no
importarnos, mientras ella sufría en silencio de un dolor físico propio y el
dolor emocional ajeno que le causaría a sus seres amados su partida; ella pensó
y buscó algún modo de alertar a todas las mujeres de esta enfermedad que la
aquejó, se solidarizó con otras causas y repartió su tiempo, sus fuerzas y su
corazón con quienes podía hacerlo, dio testimonio de su experiencia con la
esperanza de que el mensaje llegara a más personas y se les evitase este
sufrimiento; sus últimos años de vida se centraron en una existencia que jamás
será olvidada, y que perdurará mientras su maravillosa labor siga logrando su
cometido: yo hoy me hice un autoexamen mamario, al igual que muchas otras mujeres que
recibieron su mensaje.
Mariana no fue derrotada por el cáncer, esta guerrera logró
vencerlo hace poco tiempo, pero fue su corazón, probablemente minado por los
esfuerzos hechos en todo este proceso, el que no resistió más, aun estando
lleno de tanto amor, de tanta alegría y de tanta esperanza.
El título de esta reflexión, “¿Cómo sería?”, lo puse porque
así se llama una hermosa canción de la cantante Soraya, que también sufrió de
cáncer de seno y que finalmente sucumbió ante él. La canción cuenta la tristeza
de una persona que se pregunta cómo sería su vida si su bien amado no se
hubiera ido, haciendo alusión en el
sentido del hubiera al sería, en tiempo pretérito imperfecto, condicional; “yo
sería si tu hubieras”… es decir, acciones que dependían de otros factores, no
de uno mismo. Seamos pues, ese factor de cambio social, no dejemos pasar el "hubiera", transformemos la vida propia y la de lo demás, dando testimonios positivos con nuestras buenas acciones, quizá nunca podremos alcanzar la perfección de ser todos buenos hermanos, pero no paremos de intentarlo. Recordemos pues, que no hay mérito extraordinario en amar sólo a quienes nos aman, dejemos nuestra existencia en el servicio del prójimo que no conocemos, pero que podemos tocar de forma amorosa con acciones positivas de prevención, cuidado y valentía en sus luchas cotidianas.
Descanse en Paz, Mariana Ibáñez Rosiñol.
In memoriam, de todas aquellas personas que se han ido
dejando tras de sí, un maravilloso ejemplo de vida, y que van a existir por
siempre en nuestros corazones.
Excelente, mucho que expresar y poco que decir en situaciones así, más que un artículo es una ínvitación a reflexionar, trascender y validar nuestra existencia en la tierra.Por favor publicalo en su muro a mi me dejó sin palabras.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, lo voy a postear en su muro. Saludos Cordiales!
ResponderEliminarPero postea el contenido, no postees solo la liga porque la gente no lo lee.
ResponderEliminarMuchas gracias por escribir tan bello de Mariana, realmente la describes como era ella, una verdadera guerrera que no se quedo y encerro en su casa a llorar porque le habian diagnosticado cancer, siempre penso en los demas y su mision fue ayudar a todos, hombres y mujeres a tocarnos y si detectabamos algo inmediatamente acudir al medico, Mariana a sus casi 29 años nos dejo un enorme legado y muchas gracias nuevamente, Dios te bendiga
ResponderEliminarMuchas Gracias por su comentario, esta reflexión fue hecha con mucho cariño, intentando invitar a pensar a quien lo leyera, sobre el enorme esfuerzo que Mariana hizo.
ResponderEliminar¿Que sería de este mundo si personas como Mariana no hubieran existido? Sin duda su existencia mejora la nuestra.
Ustedes su familia, deben sentirse plenamente orgullosos de ella, y en la medida de lo posible, tratar de seguir su labor en su fundación para que su esfuerzo no haya sido en vano, que no se pierda el valioso tiempo y las energías que Mariana dedicó a su creación. Que gusto que estas palabras llegaran a Ustedes, su familia. Dios los Bendiga también!
Hermosa reflexión...
ResponderEliminarGracias por comentar. Saludos!
EliminarMely, hija querida...
ResponderEliminarMe siento muy conmovido por la fuerza, el sentimiento y la lealtad con la que describes a Mariana, conociendote; se que lo haz hecho con el corazòn en la mano. Al igual que esta gran Guerrera que desde mi punto de vista SI VENCIÒ AL CANCER aùn a costa de su propio corazòn, tù mi bella hija; cumples tu propia misiòn que ahora percibo con claridad, es el de resaltar la labor altruista de personas de bièn, con bellos pasajes que sin conocerlos nos trasladas y rememoras a la ocasiòn exacta, tocando incluso las fibras màs sensibles del sentimiento humano. Gracias. Me siento muy orgulloso y pido a Dios sigas cumpliendo fielmente esa encomienda.
Te amo papá.
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