**Por Melina Ortega Pérez Tejada
La Teoría del Ciclo de Vida de Modigliani y Brumberg (1954),
establece que las personas tienen un ciclo de vida económica ajustado a su
ciclo de vida natural: al nacer y durante la etapa de niñez no podemos mantenernos
por nosotros mismos, (dependemos de alguien más para poder vivir);
posteriormente llegamos a una edad en la que podemos incorporarnos a un empleo empezando
a recibir nuestros propios ingresos y ahí comienza nuestra etapa productiva en
la cual, deberíamos de guardar parte del dinero ganado; puesto que no toda la
vida podremos mantenernos activos económicamente, y de acuerdo a esta teoría; al
llegar a la vejez dejamos de trabajar (y de recibir un sueldo), entrando
nuevamente a una etapa de “desahorro” en la que necesitaremos seguir
disponiendo de recursos financieros para poder vivir.
De hecho, el ahorro para el retiro que se hace por Ley en
México tiene su fundamento en esta teoría. El ciclo de vida de las personas
inevitablemente tiene periodos de inactividad económica en los cuales no
podemos dejar de consumir lo necesario para seguir viviendo; lo que es más, si
llegamos a enfermar, no solo ocuparemos alimentos, vestido y comida, también
podría resultar necesario un cuidado médico especial para ello.
En 1997, nacieron las AFORES como una opción para el manejo
del ahorro para el retiro de los trabajadores afiliados al IMSS (en un
principio). De manera que, si en tu trabajo tenías las prestaciones de Ley
básicas, podías gozar del privilegio de tener una AFORE en la cual se hacen los
depósitos del patrón, del Gobierno y los propios para poder retirarse de la
vida económicamente activa y disfrutar de un periodo de vejez tranquilo
mientras se recibe una pensión para seguir pagando los gastos de la vida.
Pero, ¿qué pasaba con todas las personas que NO tenían
prestaciones de Ley? México se caracteriza por ser un país de microempresas, ante
tal situación, habría que preguntarles a los propietarios de pequeños negocios;
si se encuentran preparándose para su vejez. Lo mismo va con los trabajadores por
honorarios y comisiones, y los trabajadores
informales que no pagan impuestos; desprotegidos todos, si de ellos no nace
crear su propio fondo de ahorro, muchas de éstas personas se verán en situación
de carencias y necesidades en su vejez.
La maravillosa noticia, es que eso se acabó desde el 2005,
cuando se hizo una reforma a esta Ley, desde entonces cualquier persona que quiera,
puede acudir a las instituciones que ofrecen AFORES, sin necesidad de que
exista una relación laboral de por medio con un patrón o una afiliación al seguro
social; y abrir su propia cuenta de ahorro para la vejez, como “trabajador
independiente”. Desde amas de casa hasta trabajadores por cuenta propia, todos
pueden abrir su propia cuenta de ahorro para retiro y hacer aportaciones
voluntarias, infórmate si estás interesado.
A todo esto debemos sumarle un factor muy importante: De
acuerdo al INEGI (2010), desde hace aproximadamente dos décadas la pirámide
poblacional mexicana ha cambiado; las parejas están teniendo en promedio 2
hijos, en lugar de los 4 o 6 que solían tener hace 30 años o los 9 o 13 que
solían nacer hace 50 años. Hoy la mayor parte de la población se encuentra
justamente en la etapa productiva de su vida: 65% tienen edades económicamente
activas entre los 16 y los 64 años, una parte más pequeña se encuentra entre
los que se consideran dependientes económicamente: 29.4% de la población tiene
14 años o menos y un 5.6% tiene 65 años o más; en algunos años, tal vez las
medicinas tengan más demanda que las bebidas alcohólicas y los hospitales
tengan más visitas que los centros nocturnos.
¿Tienes tu propio negocio? ¿Te pagan por honorarios? ¿No
tienes prestaciones de Ley en tu trabajo? Algún día llegarás a la vejez, y no
podrás seguir trabajando, ¿lo habías pensado? Bueno, salvo que quieras depender
de alguien más para vivir esta etapa de la vida; sería muy buena idea iniciar
tu propio fondo de ahorro; hasta en la Biblia nos mandan el mensaje: Guardar en
época de vacas gordas para cuando las vacas estén flacas.
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