lunes, 15 de abril de 2013

Pobreza y Obesidad Infantil en México: Las dos caras de la Moneda

Por Melina Ortega Pérez Tejada.

Mientras que la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2012) en México informa que un 32% de los niños entre 5 y 11 años de edad tienen sobrepeso; el 54% de los niños y adolescentes mexicanos se encuentra viviendo en situación de pobreza, y un 13% de ellos está sumergido en la pobreza extrema. 

De hecho la población infantil que tuvo mayor pobreza y vulnerabilidad fueron los niños entre 0 y 5 años, prácticamente bebés, que se encuentran sobreviviendo en hambruna, falta de acceso a servicios de salud y educación. 7 de cada 10 niños o adolescentes, de este grupo son indígenas (CONEVAL, 2013).



Esto indica que respecto a cifras del 2008, hubo un crecimiento en la carencia de acceso a la alimentación, al mismo tiempo que disminuyeron sus ingresos; ya en otras columnas he informado los datos sobre el trabajo infantil, que lejos de ser un mito, es una triste realidad que afecta a nuestro país y en todo el mundo, hasta en las naciones más desarrolladas.

Resulta ilógico que mientras la mitad de nuestros niños se mueren de hambre, la mayor parte de la otra mitad tenga problemas de sobrepeso, dados naturalmente por el exceso de alimentos más que por la falta de ejercicio, o los alimentos chatarra, pues éstos no dejan de ser bocado que llevarse a la boca; existiendo niños que ni eso pueden comer.

Ban Ki-Moon, Presidente de la ONU sostiene que en el mundo hay suficientes alimentos para toda la población, pese a ello, hay casi mil millones de personas en el mundo pasando hambre. Shutter (2011), por su parte, dice que “cuando un niño o niña muere de hambre en el mundo, él o ella han sido asesinados”; en este contexto, recuerdo una frase: “No puedo aventar mi pan hasta África”, argumento de quienes tiran la comida justificando no poder enviarla hasta la población hambrienta; sin embargo, no tenemos que ir al otro lado del mundo para poder ayudar a quienes menos tienen, o para poder compartir, no las sobras de lo que no consumimos, sino un poco de lo que tenemos, mucho o poco; nadie se vuelve más rico por no ayudar, ni se queda más pobre por hacerlo.

Tristemente puedo asegurarte, que si de momento no te viene a la mente el nombre de algún vecino o conocido tuyo que sepas que está pasando por momentos difíciles, y que tiene niños que dependen de ésta persona para poder llevarse alimento a la boca; te invito a hacer memoria; a reflexionar un poco y podrás darte cuenta de que ´siempre podemos ayudar a alguien, conocido o desconocido, en nuestro día a día´, no me refiero a que regales dinero; hablo del hecho de que en tu despensa puede haber una sopa o un kilo de arroz,  que tú de momento no estás consumiendo y que puede ser el alimento del día de un niño a tu alrededor.

No hay nada más desesperante que tener hambre y no tener alimento para comer, pero en el caso de los niños, como bien dijo Shutter, morir de hambre equivale a un asesinato, cuyo homicida es la sociedad en general; al no exigir a su gobierno que atienda el problema urgentemente hasta erradicarlo, al permitir que nuestros impuestos se vayan gastando en asuntos menos importantes como pines de oro y seguro de gastos médicos mayores para nuestros legisladores, cuando todo ese dinero pudiera destinarse a comedores en escuelas y asegurar el alimento para nuestro futuro: los niños.

Siempre hay maneras de actuar. No estoy diciendo que te quites el alimento de la boca o se lo quites a tus hijos, pero piensa un minuto y si fueran ellos quienes estuvieran en esa situación, ¿no te gustaría que recibieran un poco de ayuda? Tal vez cambies la vida de un niño con una sola acción que hagas.

¿Problemas de obesidad? No pongas a tu hijo a dieta, mejor enséñale a compartir los alimentos. Eso sí, antes de tirar tu comida, o de permitir que tus hijos la desperdicien; recuerda que mientras tú estas satisfecho; hay 21 millones de niños mexicanos con hambre.









eclecticahoy@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión es importante, Gracias por contribuir al diálogo.